miércoles, 12 de agosto de 2015

Notas del Estudio Bíblico: La Responsabilidad de los Hijos de Dios.

Les compartimos las notas del estudio Bíblico con el que terminó el Campamento Cristiano 2015.

Lo hacemos con los siguientes propósitos:


  1. De ponerlo a disposición para quienes no lo escucharon.
  2. Tenerlo disponible para revisarlo continuamente toda vez que en él se exponen las responsabilidades (obligaciones) de quienes tenemos potestad de ser hechos hijos de Dios.
  3. Para tenerlo listo y compartirlo con otros hermanos en Cristo.

A continuación compartiremos las notas del estudio, mismas que pueden ser descargadas en el siguiente vínculo: Archivo de texto.
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Responsabilidad como hijos de Dios
(La Gran Comisión como forma de vida)

Antes de abordar el tema de la responsabilidad, es necesario tener presente de qué lugares nos sacó para darnos vida y potestad de ser hechos hijos de Dios.

  • Dios nos sacó nos sacó de una piedra estéril sin vida, simbólicamente de una prisión (Isaías 51:1) y de la esclavitud del pecado (Juan 8:34).
  • Nos sacó de Egipto que simboliza la idolatría, el pecado, la esclavitud, la oscuridad y el engaño (Éxodo 12:51).

¿De qué lugar (pecado, sitio, condición, situación, circunstancia, problema, tribulación) te sacó Cristo?

Dios nos dio libertad (Juan 8:36) y nos salvó dándonos vida, todo ello, sólo por gracia (Efesios 2:8).

Dios nos dió nueva Identidad que nos permite alejarnos de los deseos del mundo (1a Pedro 2:11 y 12). Esta nueva identidad nos permite de inicio, darnos cuenta de nuestro pecado y aborrecerlo (Romanos 7:24), antes de venir a Cristo ni siquiera nos dábamos cuenta de nuestro pecado y muchas veces nos hacía felices cometerlos.

Dios nos salvó y nos hizo nueva criatura con grandes privilegios. Tenemos una nueva pertenencia (Efesios 2:19), somos parte de la familia de Dios.

Dios nos regala un destino eterno (Romanos 6:23), “la dádiva de Dios es vida eterna”.

Dios nos permite tener una comunión plena con él (Filipenses 1:21).

Como hijos, además de tener privilegios, regalos y atención del Padre, también tenemos responsabilidades.

La responsabilidad genérica es obedecer y cumplir la voluntad del Padre.

Ahora bien, dentro de los mandatos de Dios para sus hijos, ¿cuál es el más importante o prioritario?

La principalidad responsabilidad como hijos de Dios es obedecer el mandato que Jesucristo dio a los apóstoles conocido como la Gran Comisión.

La gran comisión la estableció el mismo Dios en Mateo 28:18 al 20  que dice “18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”

Así las cosas, la principal actividad y la que debe ser prioritaria es “id y haced discípulos a todas las naciones”.
Para cumplir con la gran comisión es necesario saber cómo hacer discípulos.

Dios en su amor también nos ha dado guía para hacer discípulos; su palabra nos orienta sobre la manera, los cuidados y los aspectos que tenemos que cuidar para hacer discípulos capaces de, a su vez, hacer más discípulos.

  1. Hacer discípulos en el poder de Dios (Mateo 28:18). Es necesario comprender que Jesús tiene toda potestad en el cielo y en la tierra, es decir, tiene el poder absoluto sobre las cosas, personas, circunstancias. Si eso es así, Jesús tiene el poder para transformar la vida y el corazón de las personas a quienes les compartimos el Evangelio. Por lo tanto, no es necesario tener un talento, facilidad de palabra, poder de convencimiento, ni conocimientos para compartir de Cristo, pues quien actuará es Jesucristo y su poder. Por tanto, que las personas conozcan y acepten a Cristo no depende de nosotros, depende de Dios. Recordemos que la palabra de Dios nos dice “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
  1. Ir. Dios nos pide ir pero con un propósito concreto: hacer discípulos (Mateo 28:19). un discípulo es un aprendiz que sigue a su maestro para ser enseñado. Por lo anterior, el discípulo no es alguien a quien le compartimos una sola vez de Cristo. Un discípulo acompaña y aprende de su maestro viendo cómo vive y tiene una relación con Cristo. El maestro enseña al discípulo a través de la vivencia de su relación con Cristo, más allá de compartir enseñanzas y doctrinas.

Ahora bien, ¿cómo se logra hacer o formar un discípulo para Cristo?

  1. Llevarlo a los pies de Cristo (Mateo 28:19). El primer paso es que el discípulo tenga una reconciliación con Dios a través de Cristo. En 2a de Corintios 5:20, Dios nos invita a que como sus hijos, seamos activos promotores de que los hombres tengan una reconciliación con Dios.

  1. Enseñar al discípulo a que guarde la palabra de Dios (Mateo 28:20) “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”. Esta labor que parece sencilla es en realidad, bastante compleja. En principio porque no se trata de que el discípulo sólo conozca la palabra de Dios, sino que la obedezca. Por esa razón, esta actividad requiere intervenir realizando las siguientes actividades:

    1. Pasando enseñanza Bíblica. Enseñar con un ejemplo vivo, que Dios no es el complemento de nuestra vida, ni una fachada vacía, por el contrario, enseñar que Dios tiene el lugar primigenio (primero y principal) en nuestra vida. El discípulo, debe ver en nuestra vida que Jesús es el Señor de nuestra vida. En Lucas 9:57 a 62 vemos un ejemplo de cómo Jesús pide ser lo primero en la vida de sus discípulos, que pide dejar atrás lo demás, ponerlo a Él en primer orden.

    1. Enseñar que no es correcto permitir el pecado habitual en su vida. En 1a Juan 3:9 Dios nos revela con mucha claridad que sus hijos no pueden practicar (estar habituado a pecar o bien, tener un pecado recurrente) el pecado, puesto que su Espíritu reside en sus hijos. Quien tiene un pecado habitual, tiene que preguntarse si ha aceptado a Cristo y en verdad ha hecho a Jesús su Señor y soberano.

    1. Enseñar que es importante obedecer y someterse a Dios. Los discípulos deben aprender que la obediencia es lo que realmente complace a Dios. La obediencia y el sometimiento es posible porque tenemos el Espíritu Santo (Hechos 5:32).

    1. Enseñar a morir a sí mismos. En Lucas 14:26 al 27 Jesús nos enseña que sus discípulos tienen que estar dispuestos a dejar su anterior vida, las cosas que los atan a su condición de pecado, pide tener un lugar principal en nuestras vidas.

    1. Desarrollar en el discípulo que sienta “un cargo por las almas”. Es decir, hacerlo entender que la decisión de seguir a Jesús significa estar activo en la labor de compartir el evangelio,  así como entender que es la actividad más trascendente que existe, porque de ella depende la salvación de los hermanos. Dios conoce nuestro corazón y sabe nuestras intenciones, cuando hemos tenido la oportunidad de compartir las buenas nuevas de salvación. A Él no podemos ocultar si hemos decidido no obedecerlo y hemos callado cuando hemos tenido oportunidades de presentar testimonio de Cristo (Proverbios 24:11 y 12). El discípulo debe entender que las obras que le interesan a Dios están relacionadas con compartir el mensaje de salvación.

    1. Enseñar que es necesario ejercitar la memorización y la oración. En 1a Pedro 2:2 y 3, Dios nos compara con pequeños que desean su palabra como medio de sustento para la vida espiritual. La palabra de Dios es fuente de vida y sirve para el crecimiento espiritual, fortalece el cuerpo y la mente para las cosas de nuestro Señor.

    1. Enseñar que Dios pide una entrega total para la gloria de Dios. En Romanos 12:1, Pablo nos insta a que nos presentemos el templo de Dios que es nuestro cuerpo de una manera santa. Para ello, es necesario conducir nuestra conducta con apego a la palabra de Dios.

    1. Enseñar que es necesario cuidar el testimonio siendo puntual, cumplido, ordenado y diligente en las cosas de Dios. El discípulo debe aprender que es muy importante cumplir con las citas con Dios, que no hay nada más importante ni prioritario (Proverbios 6:6 al 8.) Es importante establecer que las fechas y horarios establecidos para las predicaciones, el discipulado y las reuniones de la iglesia no son como los compromisos sociales comunes y corrientes, son compromisos Dios.

    1. Enseñar a desarrollar un actitud de servicio y humildad. En Mateo 20:26 al 28, Jesús explica que la grandeza proviene de la humildad y el mejor ejemplo de ello, es la vida y actitudes del mismo Jesucristo. que aún siendo el Rey de Reyes, vino a servir.

    1. Enseñar a dar. En Hechos 20:33 al 35, la bienaventuranza mayor proviene al dar, no al recibir. Cristo es ejemplo de dar alegremente, con el corazón y la tranquilidad de que dar complace a Dios.

    1. Enseñar a ayudar a otros. Ayudar haciendo lo mismo que Dios hizo por nosotros, ayudando a enderezar el camino, a corregir la ruta (Santiago 5:19 y 20).

    1. Enseñar pasando una vida. En Mateo 8:22 y 23, Jesús pone un ejemplo de cómo pide que lo sigan y sus discípulos lo siguieron dejando todo atrás. Posteriormente en Mateo 11: 1, vemos que su principal actividad era predicar la palabra de Dios. Es muy importante visualizar que el maestro debe aprovechar cualquier oportunidad para pasar enseñanzas, utilizar los grandes eventos de la vida para dedicarlos a Dios, difundir el evangelio y compartir el plan de salvación.

La recompensa que Dios promete a quien hace estas cosas es maravillosa y la encontramos en Mateo 28:20, que es su presencia, Cristo promete estar “con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo“.

Por último tengamos presente que en sus promesas Dios también nos asegura acompañamiento.

En Josué 1:9 Dios nos da palabras de aliento y motivación para hacer su voluntad de ir a todas las naciones a hacer discípulos : Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”.

En conclusión Dios quiere que marchemos, que nos pongamos en acción cumpliendo la gran comisión, tal como se lo pidió a los judíos en Éxodo 14:15

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Sermón del Monte (Mateo 5:1, 3 y 4)